Muchas veces cuando los novios deciden casarse están convencidos de que su boda va a ser única y lejos de los convencionalismos sociales. Llega el momento de organizar la boda y se dan cuenta que les resulta muy difícil evadir esos compromisos en los invitados, el típico vestido de princesa de cuento para la novia, el menú con más marisco de todas las opciones, el mismo guión de entrega de regalos a uno y a otros y por supuesto el restaurante que mejor reputación tenga para este tipo de fiestas. Al final sin quererlo han organizado una boda para 250 cuando iban a ser 100 que es una copia de la boda a la que asistieron el pasado otoño de unos amigos cercanos que no resulta ser ni tan única, ni tan personal como cuando se la imaginaban.
Mario y Ainhoa son una pareja única, y por separado son más únicos todavía. Se conocieron como muchas otras parejas, presentados por un par de amigos, y al poco se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. No hay muchas chicas a las que les guste las motos como Ainhoa por ejemplo. La boda no pudo ser mas autentica y original. Pocas veces ves al hijo de los novios subido sobre los hombros de su padre mientras esta poniéndole el anillo de casado a su mujer. La ceremonia fue sencilla, muy intima con pocos invitados en un lugar mágico y muy especial para los dos. No estoy hablando una finca de bodas o de una iglesia románica. Se dieron el si quiero a los pies de Castil de Tierra. Tan íntima y familiar fue la ceremonia como el banquete, solo para los allegados más cercanos. Me encanto ver que el banquete era perfecto para los padres y para los tíos de los novios, donde las rancheras y los boleros fueron un éxito garantizado en la sobremesa y el baile. Claro que todo no acabó ahí. ¿Dónde estaban los amigos de los novios? No iba a ser una boda al uso ya que a las 8 de la tarde llegaban como artistas invitados las Madonnas, los Fredy Mercuries, los Rolling Stones y toda la movida madrileña de los ochenta. Los novios querían que su boda fuese una auténtica fiesta llena de música en directo, karaoke y mucho Rock & Roll. Hasta Jennifer Beals se pasó por allí para bailar Maniac como en Flash Dance. Menudo fiestón. Muchas gracias hermano y cuñada por dejarme estar tan cerquita vuestro ese día fotografiando cuanto os queréis.