Son una pareja única y así fue su boda. Algo único y hecho a medida. Ningún invitado sabía a que tipo de boda acudía, tan solo que debían ir vestidos de blanco y poco más. Conociendo a la pareja imaginaban que la ceremonia iba a ser muy especial y llena de sorpresas. Sería una boda ibicenca, sería una boda donde las novias irían vestidas de los colores del arcoiris; las especulaciones eran tantas como la imaginación es capaz de crear. Pero lo tenían tan fácil para adivinar de qué se trataba que todos pasaron por alto lo evidente. Las dos novias son navarras. Sin duda se trataba de una boda muy de la tierra, donde la fiesta y la música iban a estar muy presente. Tan presentes como Amets y Sara participan en las fiestas de sus pueblos. Unas apasionadas del rojo y blanco navarro. Hacía tiempo que no me divertía tanto en una boda de fotógrafo. Era como estar en un pueblo en fiestas. Los protagonistas fueron el cohete, la charanga, el zurracapote, los amigos, la familia, la fiesta y el amor. El infinito amor que se tienen la una a la otra. Tuve el placer de conocerlas desde que empezaron a salir y ver como día tras día la pareja crecía junta a la vez que su amor. Fue un autentico placer ser testigo de lujo de sus muestras de cariño, miradas cómplices y besos irrepetibles. Gracias chicas por desprender tanta luz cuando os miráis la una a la otra y dejarme captarla con mi cámara en un día tan bonito. Os deseo mucha felicidad juntas.